Emprendedora seduce el paladar de los angelinos con una mezcla de sabores de Centro América - Los Angeles Times
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Emprendedora seduce el paladar de los angelinos con una mezcla de sabores de Centro América

Blanca Pérez, chef y propietaria del restaurante Rincón Hondureño
Blanca Pérez, chef y propietaria del restaurante Rincón Hondureño, muestra algunos de los platillos centroamericanos, entre ellos se destacan pupusas, sopa de caracol, baleadas, candinga, casamiento y pollo frito al estilo Honduras.
(Raúl Raul / Los Angeles Times en Español)
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La nostalgia por el gallo pinto nicaragüense, las pupusas salvadoreñas, las garnachas guatemaltecas y la sopa de caracol hondureña se disipa al llegar al restaurante de Blanca Pérez en el vecindario West Adams de Los Ángeles, un negocio que se ha especializado en la gastronomía de Honduras y que brinda una variedad de platillos centroamericanos con un exquisito sazón.

El restaurante Rincón Hondureño, ubicado en 1654 W. Adams Blvd, tiene en la fachada un vistoso mural que destaca con los colores azul y blanco las playas de Honduras. Ahí se entrelazan los trazos que representan la flor y la ave nacional —la orquídea y la guacamaya roja— junto a la bandera y el escudo de ese país.

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“Aquí lo que tratamos es que la gente se sienta en casa”, indica Pérez sentada en una de las butacas, luego de mostrar el interior de las instalaciones, las cuales están decoradas con lindos paisajes que evocan emblemáticas locaciones, como las ruinas mayas de Copán, la catedral de San Pedro Sula y la imagen de la ciudad de Choluteca, entre otras.

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El restaurante Rincón Hondureño se encuentra ubicado en el 1654 W. Adams Blvd, en Los Ángeles.
El restaurante Rincón Hondureño se encuentra ubicado en el 1654 W. Adams Blvd, en Los Ángeles. En la fachada luce un vistoso mural con los colores azul y blanco de las playas de Honduras.

(Raúl Roa / Los Angeles Times en Español)

En este local, donde se atiende a un máximo de 60 personas sentadas, se ofrecen alrededor de 45 platos en el menú. Algunos de ellos como el menudo de cerdo se incorporó en el 2021 a solicitud de los clientes y cuyo nombre varía según el país de origen: candinga (Honduras), fritada (El Salvador), revolcado (Guatemala) y chanfaina (Nicaragua).

“La candinga toda es de cerdo: lleva oreja, nariz, boca, hígado y corazón, acompañados de sus especies, cebolla, chile verde y tomate guisado”, describió Pérez.

En ese menú, hay otros platillos con los que se identifican los nicaragüenses como los tostones, pollo con tajada, enchiladas y plátanos maduros con queso; los guatemaltecos encuentran tamales de elote, atol de elote y garnachas; y los salvadoreños pueden disfrutar de las tradicionales pupusas, sopa de pollo, casamiento y empanadas.

Blanca Pérez introdujo en el 2021 el menudo de cerdo al menú.
Blanca Pérez introdujo en el 2021 el menudo de cerdo al menú, un platillo que varía de nombre según el país: candinga (Honduras), fritada (El Salvador), revolcado (Guatemala) y chanfaina (Nicaragua).
(Raúl Roa / Los Angeles Times en Español)

Por la especialidad del negocio, los hondureños encuentran más opciones culinarias como sopa de caracol, baleadas, pollo chuco, arroz con pollo, tajada con carne asada, sopa de pata con leche de coco, catrachitas y chop suey, al igual que el tradicional desayuno que es muy parecido entre las naciones centroamericanas.

“Cuando nosotros entramos a este negocio, había como 10 platos de comida en el menú. Todos los platos que se han agregado conforme a los años es por las mismas personas que me hacen el honor de pedir que los cocine”, aseguró Pérez, detallando que cada uno de los platillos que elabora tiene su toque personal.

Pérez, de 59 años, nació en la Ciudad de Guatemala. Ella y su esposo de origen salvadoreño —fallecido en el 2013— eran clientes de este restaurante, a donde acudían a comprar pollo chuco, pollo guisado y baleadas. Para entonces, esta dicharachera mujer de cinco pies de estatura, se dedicaba a la limpieza de residencias en Beverly Hills, Palos Verdes y Culver City.

La chef Blanca Pérez elabora unas baleadas, platillo tradicional en Honduras.
La chef Blanca Pérez elabora unas baleadas, platillo tradicional en Honduras que se prepara tortilla de harina, y antes de doblarse se le coloca frijoles, queso y crema.
(Raúl Roa / Los Angeles Times en Español)

En una visita regular, hace 30 años, el propietario del negocio les propuso que compraran el restaurante y sin tener la suficiente experiencia decidieron aventurarse. Blanca cuenta que ella preparaba platillos para sus empleadores y para su familia. Desde su infancia aprendió a cocinar platillos guatemaltecos en su hogar, su mamá fue quien le enseñó. Y, por su esposo, en Estados Unidos introdujo la gastronomía salvadoreña al menú familiar.

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“Empecé a pedir ayuda”, dijo en relación a los platillos hondureños, cuyos clientes eran mayormente de esa nacionalidad en ese tiempo. Lo primero que hizo fue elaborar baleadas, esta tradicional tortilla de harina que antes de doblarse se le coloca frijoles, queso y crema. “Me costó un poquito, pero aprendí; hoy en día yo soy la que enseño a las personas que vienen a buscar trabajo”, aseguró.

Con el paso del tiempo, ella supo mantener a los clientes de este local y ganó a muchos otros.

En el vecindario West Adams, donde se encuentra este restaurante, conviven latinos, afroamericanos y anglosajones. Al menos el 50% de sus clientes son de esta zona, en donde la comunidad de origen latino en su mayoría son centroamericanos y mexicanos. El resto llega de ciudades como San Bernardino, Riverside, Palmdale, San Francisco y Las Vegas, al igual que gente de otros estados.

Blanca Pérez posa frente a la entrada principal del restaurante Rincón Hondureño.
(Raúl Roa / Los Angeles Times en Español)

En un viaje desde Cleveland (Ohio) a Los Ángeles, Keneth Thomas, originario de La Ceiba, en la costa norte de Honduras, junto a su novia estadounidense, Chandra Benito, llegaron a este restaurante luego de leer buenos comentarios en Yelp. A principios de 2023, un día antes de dirigirse a Disneyland, esta pareja pasó a este local a desayunar y almorzar.

“Muy buena, ya tenía mucho tiempo que no probaba estas comidas; me hizo sentir en casa”, dijo Thomas, de 33 años. “Muy costeño el pollo frito, las baleadas y la sopa de caracol en coco también muy ceibeño, de la zona norte”.

Después de saborear esos platillos, también compraron sopa de caracol y horchata para llevar.

“Me encantó, solo quería comer y comer”, dijo Benito, de 31 años, sentada junto a su novio, quienes también estaban acompañados en la misma mesa por una pareja anglosajona que viajaba con ellos.

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Por recomendación de su esposo, la hondureña María Sierra, conocida como “La Cooquette”, llegó a este local. Después de varias visitas, en octubre de 2015 hizo un video sobre las baleadas de este restaurante. Era uno de los primeros contenidos para su canal de YouTube, creado en el 2013, en donde acumula 1.3 millones de suscriptores que buscan videos sobre gastronomía.

“A mi me fascinó desde el primer momento”, dice la “youtuber” oriunda de La Ceiba, destacando que la comida y el servicio al cliente es de alta calidad. A su criterio, el sazón que tienen los platillos le recuerdan los sabores de su tierra que dejó desde el 2008, por eso a sus amigos siempre les recomienda Rincón Hondureño.

“Las baleadas son las mejores, con mucha diferencia a otros lados”, reconoció Sierra, de 33 años, quien tiene 721,000 seguidores en Facebook y 71,500 en Instagram, en donde aparece como @lacooquette. “La comida hondureña la hacen como Dios manda”, subrayó la creadora de contenido que desde el 2023 se mudó a Madrid (España).

Las baleadas atraen a la comunidad hondureña por ser uno de los platos típicos más tradicionales.
Las baleadas atraen a la comunidad hondureña por ser uno de los platos típicos más tradicionales y representativos de la gastronomía de esa nación.
(Raúl Roa / Los Angeles Times en Español)

Pérez asegura que la comida de su negocio es diferente, ella dice que no se encuentra en ningún otro lado porque es “el estilo del Rincón Hondureño”.

“Dios me ha dado un buen sazón”, dijo la empresaria, asegurando que a esa habilidad natural le agrega sus propios secretos de cocina. “A la gente le gusta mi comida y me felicita por tener ese sazón como si fuese la de la abuela o de la tía”, dijo orgullosa.

Por otra parte, la emprendedora explica que tiene flexibilidad para complacer a los clientes, haciendo platos que no están en el menú. Asegura que si tiene los ingredientes, no es problema elaborar un platillo que le piden.

“Si usted viene y me dice: ‘Quiero mis tortillas más delgaditas’, las hago delgadas. Si dicen: ‘Quiero mis tajadas doradas’, yo las doro”, detalló Pérez. “Nos ha tocado que nos piden tostones, si tengo el plátano, tengo el banano, los hago. Siempre quiero que se sientan en casa, que coman a gusto”, dijo.

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Las personas que llegan a este negocio se sienten en familia. Pérez saluda efusivamente a cada persona que ingresa al restaurante, su idea es hacer sentir al cliente en un espacio íntimo y acogedor. Al final, asegura que hay algo más allá del ambiente y de la polifacética gastronomía centroamericana con lo que se ha ganado a los clientes.

Pérez sale a las 9 a.m. a comprar los productos al centro de Los Ángeles, luego se va al restaurante donde intercambia turnos de trabajo con sus dos hijos: Stephanie, de 33 años, y Adán, de 39. En la mayoría de las veces ella se encarga de aplicar los condimentos y especies finales a los productos que deja marinando para el siguiente día.

“Me voy de madrugada del negocio, porque hay cosas que yo reparo en sazón”, aclaró.

“Yo guardo mi secreto de sazón”, advirtió.

La clave, en todo caso, no está en los productos, aunque ella asegura que busca siempre los ingredientes de mejor calidad. Parte de su secreto, dijo, es la forma en que se elaboran los platillos.

“A las personas que me ayudan pido que cocinen con amor, cariño y dedicación”, reveló Pérez.

Por esa razón, cuando ella ve el rostro de satisfacción de los clientes cuando se comen lo que elaboran en el restaurante le llena el espíritu y la motiva cada día.

“Es una alegría, en el sentido que el tiempo que invertí no fue en vano, porque lo hice con amor”, concluyó.

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