Una madre le da un gran giro a su vida para alejar a su hijo de la obesidad - Los Angeles Times
Anuncio

Una madre le da un gran giro a su vida para alejar a su hijo de la obesidad

Share via

Las manos de Irie Mazas se aferraban sobre las cajas de fresas rojas brillantes en el Adams & Vermont Farmers Market en Los Ángeles.

“¡Mami!”, la niña de 7 años llamó a Miriam Bautista, quien estaba varios pasos atrás.

“¿Cuánto?”, preguntó Bautista al vendedor del puesto en español. Antes de que las fresas llegaran a la bolsa de compras, Irie ya masticaba una, el jugo goteaba sobre su camisa

Y su madre frunció el ceño ante la mancha, entonces la niña sonrió.

Hasta hace unos meses, a Bautista le preocupaba no lograr que su hija comiera alimentos saludables. Notoriamente con sobrepeso desde los 4 años, devoraba bocadillos salados, comida rápida y dulces, pero lloraba si su madre ponía una zanahoria en su plato.

Anuncio

Bautista solamente se encogía de hombros. Sus parientes mexicanos decían que lo gordita hacía a su hija aún más linda. Luego, a Bautista le diagnosticaron diabetes gestacional mientras estaba embarazada de su segundo hijo. Se dio cuenta de que las elecciones de comida de la familia estaban dañando no sólo su propia salud, sino también la de Irie.

“Ahí fue cuando comencé a leer las etiquetas, a ser más consciente de lo que compro”, dijo. “Me di cuenta de que todo lo que estaba comiendo era perjudicial, y me dije: “Mi hija también necesita aprender esto”.

Pero Bautista no es la única que lucha con el peso de su hija. La obesidad infantil temprana es uno de los problemas de salud más difíciles que enfrenta el Condado de Los Ángeles, donde aproximadamente el 20% de los niños de 3 y 4 años son obesos. Entre los niños en edad escolar, el 45% tiene sobrepeso o es obeso cuando llega al quinto grado, más alto que el porcentaje de californianos en general.

La obesidad es particularmente aguda entre los jóvenes latinos, un hecho que alarma a los funcionarios de salud porque más de la mitad de los bebés nacidos en el condado de Los Ángeles son latinos. Según la información federal, casi una cuarta parte de los niños latinos de 4 años en el condado son obesos, en comparación con el 17% de los blancos, el 15% de los negros y el 11% de los asiáticos.

Las consecuencias para la salud crecen con la edad. El Dr. Juan Espinoza, pediatra del Hospital Infantil de Los Ángeles, dijo que atiende regularmente a niños obesos en escuelas primarias y secundarias con problemas de “hombres de 50 años”, como enfermedad del hígado graso, hipertensión, diabetes tipo 2 y dolor articular.

“La mayoría de esos niños han tenido sobrepeso durante mucho tiempo”, dijo Espinoza, y es probable que los niños obesos sigan siendo obesos como adultos, lo que aumenta su riesgo de ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, cáncer y muerte prematura.

Los estudios muestran que sus hijos también son más propensos a ser obesos. Uno de los mayores factores de riesgo para la obesidad infantil es el índice de masa corporal de la madre antes de quedar embarazada.

“Los adultos más obesos tendrán hijos más obesos”, dijo Michael Goran, director del Programa de Diabetes y Obesidad de CHLA. “Esto se está convirtiendo en un problema generacional”.

Buscando ayuda

Bautista sabía que estaría luchando una batalla cuesta arriba para mejorar la alimentación de Irie. Los kilos de más son la norma en la familia de su marido, y a los abuelos de Irie les encantaba mimar a su hija con pasteles y otras golosinas.

Después de varios intentos de hacer que Irie comiera vegetales, lo que terminó en rabietas, Bautista buscó la ayuda del pediatra de la niña. Ella los refirió a un programa de prevención de la obesidad de siete semanas llamado BodyWorks. Dirigido por CHLA y AltaMed, un proveedor de atención ambulatoria, BodyWorks usa juegos, ejercicios, videos y bocadillos saludables para guiar a los niños hacia un mejor estilo de vida.

Irie comenzó a involucrarse y probó las verduras por primera vez: lechuga, luego brócoli, luego zanahorias. Aprendió que su plato debería verse como un arco iris, y sobre las vitaminas y minerales que necesita para crecer.

Bautista aprendió a establecer límites: no comer bocadillos antes de las comidas, no comer comida rápida varias veces a la semana. Ahora le ofrece a Irie un bocadillo saludable antes de salir de la casa y trae nueces y agua para que su hija no pida comida chatarra. Ella hace que los niños se queden en casa con su esposo cuando va al supermercado y así no tener que lidiar con las demandas de papas fritas, galletas y dulces. Ahora caminan al mercado de agricultores cada semana en lugar de tomar el auto.

Con el apoyo de su esposo, Bautista se enfrentó a sus suegros, instándolos a que no le dieran a Irie golosinas poco saludables. La abuela de Irie lo rechazó al principio, dijo Bautista, pero ha cumplido con la solicitud.

En una revisión reciente dentro del programa BodyWorks, Irie ya no tenía sobrepeso, dijo Bautista.

“Me hace sentir bien el ver estos cambios”, dijo.

Irie también está feliz y relata con orgullo cómo come una porción de fruta y una de verduras en cada comida. El brócoli, que al principio pensó que “sabía raro”, ahora es su verdura favorita, dijo.

Esfuerzos de prevención

BodyWorks es sólo una de las numerosas iniciativas destinadas a romper el ciclo de la obesidad infantil temprana en Los Ángeles. Otros esfuerzos han incluido clases gratuitas de nutrición familiar en clínicas comunitarias de salud; una campaña contra la obesidad dirigida por el Departamento de Salud Pública del Condado de Los Ángeles que ofreció talleres y visitas a tiendas de comestibles; una ley estatal que establece que la leche y el agua son las opciones predeterminadas para las comidas de restaurantes para niños; y prohibiciones en la venta de refrescos en escuelas públicas.

Sin embargo, los expertos se sienten frustrados porque las tasas de obesidad infantil siguen siendo inaceptablemente altas.

“Desafortunadamente, todavía estamos en niveles de obesidad comparables a los de las tasas máximas en 2009”, dijo Shannon Whaley, director de investigación y evaluación en la más grande de las siete agencias del condado que administran el programa federal de nutrición para mujeres, bebés y niños.

Y las cosas podrían empeorar pronto, dicen los expertos. Las familias abandonan programas como WIC por temor a que su información se comparta con los oficiales de inmigración o socavará sus esfuerzos para obtener la residencia legal. El otoño pasado, el Departamento de Seguridad Nacional dijo que estaba considerando un cambio de política que negaría la residencia permanente a los inmigrantes que usaban beneficios gubernamentales como WIC o Medi-Cal.

Joy Ahrens, directora de WIC para Northeast Valley Health Corp. en San Fernando, dijo que los pacientes han estado pidiendo que los retiren del programa o no asisten a sus citas.

“Estamos tratando de decirles que es lo mejor, tanto para su hijo, como para su embarazo”, dijo. “Pero definitivamente tienen mucho miedo”.

Una enfermedad de la pobreza

La pobreza también contribuye a la obesidad, golpeando a familias desde múltiples ángulos.

Las madres solteras que realizan trabajos múltiples tienen poco tiempo para amamantar o extraer leche materna, cocinar comidas saludables o asegurarse de que sus hijos hagan suficiente ejercicio. Los padres con poco dinero tienen menos probabilidades de vivir cerca de los supermercados, lo que los empuja a comprar en tiendas y licores con alimentos procesados y ricos en calorías. Incluso cuando hay alimentos frescos disponibles, es posible que los padres no tengan forma de prepararlos.

“Tengo pacientes que viven en garajes o en lugares donde no tienen acceso a una cocina. A veces ni siquiera cuentan con un refrigerador”, dijo la Dra. Gina Johnson, directora médica pediátrica de Northeast Valley Health Corp., quien administra 14 clínicas que atienden principalmente a familias latinas de bajos ingresos.

Las preguntas que hacen los padres son reveladoras: ¿está bien endulzar la leche con chocolate en polvo? ¿Puedo darle a mi hijo sólo un plato de cereal para el desayuno?.

“Para esta población, lo que más les preocupa es tener lo suficiente para comer”, dijo Victor Solano, educador de salud en una clínica en San Fernando. “Así que se centran en la cantidad de alimentos, no tanto en la calidad”.

No es sorprendente, entonces, que los niños en los vecindarios de ingresos más bajos del Condado de Los Ángeles tengan muchas más probabilidades de ser obesos que los niños en comunidades ricas, según muestra una investigación.

“Si observas Malibu o Beverly Hills, la prevalencia de la obesidad infantil es del 5% o menos”, dijo Goran. “Pero si nos fijamos en East L.A. o South L.A., puede ser del 30% o 35%”.

Estelita Sebastián, una madre soltera en MacArthur Park que trabaja a tiempo parcial como ama de llaves, comenzó a comprar comida rápida para sus hijos de 11 y 5 años al ser demasiado grandes para calificar para WIC. Ella no tiene auto, así que compraba comida en el camino hacia su casa, lo que le parecía más conveniente que tener que caminar 15 minutos a una tienda Smart & Final y llevar comestibles a casa, dijo.

El verano pasado, un médico le informó a Sebastián que sus hijos tenían sobrepeso y que su hijo mayor, Gustavo, tenía hiperglucemia y colesterol alto. Ella y sus hijos se inscribieron en BodyWorks y entre todos perdieron varias libras y ya no tienen sobrepeso. A través de prueba y error, se dio cuenta de que podía ahorrar dinero quitando la comida chatarra y cocinando en casa. Pero ella tuvo que reducir su horario de trabajo y quedarse despierta una hora más tarde todas las noches para preparar todo lo necesario.

“Fue difícil”, dijo Sebastián. Pero el diagnóstico de Gustavo le dio la fuerza para perseverar. “Me sentí culpable y pensé: ‘No, esto tiene que cambiar’”.

Algún progreso

En la casa de Bautista, las comidas son muy diferentes a las de hace 6 meses. La familia come menos tortillas, redujeron las papas fritas y pasteles, ahora comen más frutas, verduras y alimentos sin azúcar. La leche de chocolate ha sido reemplazada por leche normal baja en grasa. Las porciones se miden cuidadosamente, llenando sólo el centro de cada plato en lugar de todo el plato.

En lugar de comer todas las golosinas entre comidas, Bautista llega a acuerdos. Irie puede comer pizza, pero sólo una rebanada que debe ir acompañada de fruta. Puede tomar un helado, pero sólo si camina con su madre a la tienda y regresa.

CHLA aún está evaluando el impacto a largo plazo del programa BodyWorks, pero los expertos creen que las iniciativas educativas como ésta ayudarán a impulsar la obesidad infantil.

Ahora cuentan con un respaldo limitado que los apoya, entre 2013 y 2016, el departamento de salud pública del condado y sus socios, organizaciones sin fines de lucro capacitaron a 6.000 proveedores de preescolar y guardería en la prevención de la obesidad y trabajaron con agencias de la comunidad para proporcionar talleres educativos para padres de niños de 2 a 5 años de edad. Encuestas de seguimiento mostraron que el avance creció de un 13 a 37% en la comprensión de los padres de la nutrición adecuada y las tácticas para alentar a los niños a comer mejor, (el condado ha continuado apoyando algunos de estos esfuerzos bajo un programa anual que tiene un costo de $15 millones llamado Campeones para el Cambio).

Jaimie Davis, investigadora de la obesidad en la Universidad de Texas en Austin que trabajó en Los Ángeles durante muchos años, dijo que muchas estrategias para la prevención de la obesidad son prometedoras, pero deben coordinarse y financiarse a mayor escala.

“No es un enfoque sistemático”, dijo.

Espinosa en CHLA dijo que existe una necesidad particular de iniciativas dirigidas a los niños más pequeños. “Esta es una enfermedad que, si se aborda adecuadamente desde el principio, se puede evitar que afecte la vida de las personas a largo plazo”, dijo.

Según Bautista, el cambio debe comenzar con los padres que toman en serio la obesidad infantil, se educan a sí mismos acerca de la nutrición y controlan lo que comen sus hijos.

Claudia Boyd-Barrett escribe para el Center for Health Reporting en el Leonard D. Schaeffer Center for Health Policy and Economics en USC. Este reporte contó con una subvención de First 5 LA.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

Anuncio